miércoles, 10 de julio de 2013
Amor Prohibido
viernes, 28 de junio de 2013
¿Qué es una mujer?
jueves, 27 de junio de 2013
Una Gota De Vida
La vida, ¿Qué es la vida?
Es poder tener algo por lo que luchar.
Poder llorar y reír.
Es poder amar sin esperar nada.
Es gritar y callar.
Es saber que nada te detiene.
Es luchar por lo que deseas.
Es poder bailar bajo las gotas de lluvia.
Es poder decir: Absorbí hasta la última gota de vida, y no me arrepiento de nada…
Espero poder decir eso cuándo me toque partir y saber que hice cuánto pude para absorber hasta la última gota de mi única vida. Y no arrepentirme de nada.
¿Tú lo harás?
Por: Bethzy Villatoro
Enseñame
miércoles, 26 de junio de 2013
Hojas Secas
Guerra entre dos
2 Corintios 5:17-21
martes, 25 de junio de 2013
Levántate
Hoy no me quiero levantar, quisiera que fuera fin de semana o que hubiese algún tipo de catástrofe natural. Quisiera quedarme en mi cama y no hacer absolutamente nada. Nada.
Claudia se tiene que levantar a las cinco de la mañana para llegar a su trabajo a tiempo. Todas las mañanas pelea consigo misma para poder abrir los ojos. A las tres de la mañana se levanta el baño y lo primero que hace al volver a la cama, es ver la hora en el reloj para darse cuenta que ya solo le quedan dos horas para dormir.
Cuando suena el despertador a las cinco en punto, siente dentro de ella una gran apatía hacia levantarse. Su primera reacción es apretar el botón del despertador para poder dormir cinco minutos más. Todavía es de noche y el día no ha calentado lo suficiente. A las cinco y veinte de la mañana ya ha presionado cuatro veces el botón y todavía no logra salir de la cama.
¿Te suena familiar? ¿También te demoras 30 minutos en “arrancar los motores”? ¿También quisieras que declararan alerta roja y que informaran en las noticias que nadie puede salir de su casa? A mí también me pasa. A todos nos ha pasado algún día que llega la hora de levantarse y no tenemos la disposición ni el empuje para hacerlo.
Cuando uno es dormilón de naturaleza y desde que tiene uso de razón se le pegan las sábanas, es normal acostumbrarse a tener esta batalla interna todas las mañanas. Aquí les presento algunos tips que nos pueden ayudar a dejar nuestra almohada por las mañanas.
Dormir bien. Nuestro cuerpo es una máquina con un diseño maravilloso pero que, sin duda, necesita recargar las baterías para poder rendir al día siguiente. El dormir como mínimo seis horas diarias es determinante en nuestra energía matutina.
Sonido de alarma. El tipo de sonido que le pongamos a nuestra alarma también influirá. Si ponemos una música clásica o una canción que nos guste probablemente nos quedaremos bien tapaditos tranquilamente escuchándola. Por esta razón, la recomendación es poner una alarma que no desagrade pero que al menos nos dé la fuerza de despertar para apagarla.
Fuera de alcance. Poner el despertador lejos de la cama para obligarnos a levantarnos a apagarlo es una excelente técnica. Ponlo en el baño y cuando te veas allí, te sentirás culpable de regresar a la cama.
Deja entrar la luz. Abre las cortinas y un poco las ventanas. Cuando dormimos en un cuarto oscuro, nuestro cuerpo asume que todavía es de noche y además las cortinas cerradas nos impiden sentir el aire fresco del amanecer.
Motor de motivación. ¿Por qué te levantas todas las mañanas? Debes encontrar el motor de motivación que te ayudará a dejar la pereza en la cama y salir de ella con el objetivo de lograr tu propósito en la vida.
El secreto es saber que eres capaz de desarrollar esa energía matutina e ir creando día a día el hábito hasta que ya sea parte de tu rutina.
“Deja la cama donde te duermes con la multitud y sal a caminar por ti mismo, es decir por lo único verdadero, es decir, por la vida. Entonces despierto bendecirás a todos con tu alegría” Facundo Cabral QEPD Por: Pao Rivano www.paorivano.com |
Los Latidos Del Corazón
lunes, 24 de junio de 2013
NOCHE SORDA, MUDA Y CIEGA
Gracias Mamá
“Ella rompió el pan en dos trozos y se lo dio a sus hijos, quienes lo comieron con avidez. ‘No se dejó nada para ella’, refunfuñó el sargento. ‘Porque no tiene hambre’, dijo el soldado. ‘No’, dijo el sargento, ‘porque es madre”’. Víctor Hugo
Usted está embarazada. Esa afirmación se repetía una y otra vez en mi mente. Llevaba dentro de mí una vida, una vida que dependía única y exclusivamente de mí.
Los cambios fueron inminentes. Todo comenzó a variar de forma y de color.
Los olores que percibía nunca habían sido tan penetrantes, los sabores tan intensos y un sueño abrazador que me hacía anhelar constantemente mi almohada.
A pesar del deseo de tenerle, tenía miedo, miedo de ser madre. Miedo a no saber cómo serlo. Ser madre no parecía una tarea fácil, menos para mí.
A medida que crecías dentro mío y mi vientre se abultaba, crecía en mí el deseo de tenerte, de tenerte en mis brazos y abrazarte para siempre, con todas las fuerzas de mi corazón.
Nunca olvidaré cuando te tuve por primera vez en mis brazos, llorabas desconsoladamente y estabas roja cual manzana. Eras tan chiquitita, tan indefensa. Recuerdo que lloraba junto a tu cuna por el miedo de no ser capaz de ser la mejor madre del mundo para ti.
Uno nunca sabe lo que es ser madre hasta que lo vive. Cuando tienes a tu primer hijo en tus brazos y has sentido el maravilloso dolor de traer a un niño al mundo, después de los constantes desvelos y de las noches en vela mirándole dormir, llegas a la conclusión que uno nunca valora verdaderamente el ser madre, hasta que lo es.
Recuerdo los típicos sermones de las mamás cuando éramos chicos: “Ponte el suéter, lávate los dientes después de comer, ponte los zapatos porque te vas a resfriar, come verduras, tómate la leche, te comes toda la comida porque hay niños que no tienen que comer”.
Después estas frases iban cambiando a medida que uno iba creciendo: “¿A dónde vas?, ordena tu cuarto, no me hables así, ¿a qué hora vuelves?, haz lo que quieras, (aunque en realidad no era cierto)”.
Todas estas frases solo nos afirman que para una madre, independientemente de la edad de sus hijos, siempre serán sus bebés, por lo que se seguirá preocupando, desvelando y se pondrá siempre voluntariamente de último lugar con tal de ver a su hijo sano y feliz, aunque su hijo ya tenga 45 años.
Sin duda la labor de madre es sacrificada, pero lo más lindo de todo es que lo hacemos con gusto y voluntariamente. Por lo que en mi opinión no es un sacrificio, es un orgullo, y la mejor paga que recibimos es la dulzura en la mirada de nuestros hijos cuando nos dicen “te amo”.
A pesar que solo un día al año nos lo celebran, somos madres todos los días, no deberíamos necesitar una fecha para que nos recuerden todo lo que nuestra madre ha hecho por nosotros. No necesitamos un día para mirarla a los ojos, darle un abrazo y decirle de todo corazón “gracias mamá”.
Por: Pao Rivano
www.paorivano.com